El olor de la vida, o no

A Roberto no le gusta el olor a tierra mojada. A mí sí. Hay algo en ese olor que me produce una sensación de renovación, de fertilidad. Cuando llueve siento como si el agua estuviese cayendo sobre un cuadro, llevándose toda la pintura y al final dejara el lienzo en blanco, dándonos la oportunidad de volver a empezar. Roberto dice que soy cursi y sentimental, que la tierra mojada no tiene nada de poético, que es solo barro y gusanos. Igual me gusta; el olor, digo, no la tierra mojada.

Vi en las noticias que mañana a la tarde va a llover. Espero que esta vez sea cierto porque la semana pasada también anunciaron lluvia y nada, nunca llegó. Yo había preparado la pala y las botas pensando que por fin las iba a poder estrenar pero tuve que volver a guardarlas sin usar. Esta vez no las saco hasta que vea las primeras gotas caer. Los meteorólogos de la tele se equivocan demasiado seguido. Y ya anoté, para no equivocarme yo, que después de golpear a Roberto con la pala y enterrarlo en el patio tengo que quitarme las botas. No puedo entrar de nuevo a la casa con ellas porque en algo Roberto tiene razón: la tierra mojada es puro barro y gusanos. Y ensucia. ¡Pero qué lindo huele!

Paula M
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Categorized as Literatura

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Nací en febrero, en España, solo porque hacía frío. Hoy vivo en Florida solo porque hace calor. Soy ingeniero, pero ejerzo de ama de llaves de mis gatos. He vivido siempre entre números y ahora, en este espacio, puedo contar palabras.