Dos caras de una moneda, 18 Agosto 2021

Las dos caras de una misma moneda

“No son los muertos los que en dulce calma
la paz disfrutan de su tumba fría,
muertos son los que tienen muerta el alma
y viven todavía.”

Antonio Muñoz Feijoo

 Recuerdo un campamento de verano donde era encargado de comprar la comida. Tenía que decidir entre proteína, carbohidrato y vitaminas. Estaba programado  para 3 días, de un total de 5 días,  uno para ir otro para volver y 3 de caminata. Compré un pan por día como carbohidrato, éramos 4 amigos para la excursión. A nuestra famosa “Quebrada del Condorito”, un bello lugar escondido en las Sierras cordobesa s. Imaginé  que cada pan  pesaba un kilo, y que con uno por día sería suficiente.  Empezamos la caminata, llegamos a la cueva, y con gran sorpresa leí que el peso del pan que había comprado  era de 450 gramos. Un horror, no teníamos suficiente para sándwiches. Me tocó la fea tarea de decirle a los aventureros el mal cálculo, y después de meditar un poco nos tuvimos  que adaptar a las circunstancias. Teníamos 3 rodajas de pan por día. Me podían insultar y todo pero no podíamos solucionar nada, estábamos a un día mínimo de marcha de cualquier pueblo. La comida iba a ser escasa para todos.
 

A la noche una tormenta con lluvia intensa. Por la mañana, teníamos que seguir caminando, cosa que no pudimos pues estada tan mojada la paja brava que nos resbalábamos fácilmente. Esperamos hasta media mañana, donde el sol secó parte del sendero, y empezamos a caminar. Cuando subíamos casi no teníamos problemas, pero al bajar, jugábamos a ver quién se caía menos. Eran dos pasos y una caída más o menos, un suplicio! Por suerte no teníamos mucho peso en la mochila. Paramos a comer algo después de dos horas de marchas con caídas, riéndonos de lo que acontecía. Pasó el segundo día de marcha, y no teníamos mucho para comer. Se nos ocurrió hacer dulce con una fruta que se da en las sierras de Córdoba, se llama “tabaquillo”. Un buen fuego, mucha azúcar y los frutos de esta planta que por suerte había muchas. No sabíamos si era venenosa o no, dedujimos  que no; pues si fuera así alguien nos habría advertido. Después de algo de cocción quedó una gelatina con frutas a lo que llamamos dulce. Teníamos una rodaja de pan y mucho de esto, nos pareció un manjar de los dioses!  Qué rica estaba, “para el hambre no hay pan duro”.

En nuestro último día, llegábamos al refugio que tenía una parroquia al pie de las sierras. Era el primer caserío que vimos después de 3 días.  En el pequeño almacén por allí, compramos lo único que tenían de proteínas: “matambre”, una carne finita de vaca. Corte ideal para asar. También se puede cocer en cacerola con agua y mucho tiempo. No teníamos cacerola! Sólo nos quedaba asarla pero estábamos tan cansados y con tanta hambre  que se nos ocurrió hacer fuego, pero apurándolo con querosene. Me acuerdo como si fuera hoy… estábamos jugando al “truco”, nuestro tradicional juego de cartas, y mirando la parrilla de tanto en tanto. Si no había llama, un chorro de ese combustible iba a las brasas para avivar el fuego…y hacerlo más tóxico.

En el refugio encontramos una deliciosa sidra, teníamos pan recién comprado, algunas galletas, y el matambre asado. El almuerzo era un banquete inesperado y memorable!

Se nos acercó un perro de no sabemos dónde y por supuesto esperaba algún hueso; seguimos jugando al truco; seguimos tirando querosene; pusimos más leña y así pasamos un largo tiempo. Por el hambre que nos estaba debilitando decidimos comer el famoso manjar al que le pusimos de nombre “Matambre al querosene”. Quedó duro y horrible, pudimos morderlo y sacar algún jugo, pero estaba incomible, ni el perro nos pidió probarlo!

En concreto, de calcular mal la comida, nació una gran aventura para contar.  Cada vez que nos juntamos la evocamos como algo que logramos a pesar de la adversidad. 

 

Juan Carlos M
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By Juan Carlos M

Nací hace mucho tiempo en Argentina, viví en varios países, me mude como 15 veces, ahora estoy en lo que espero sea el ultimo, en Hollywood, Florida USA.