Instrucciones para relajarte

Paso 1- Busca un lugar tranquilo, preferiblemente aislado. 

– El patio suena bien, parece que aquí no hay nadie. Aunque de rato en rato siempre se asoma algún vecino. No entiendo por qué la gente es tan chismosa, no pueden ver que hay alguien en el jardín porque empiezan a tratar de ver qué estoy haciendo. No los soporto, me voy a mudar. En esta urbanización todos se meten en los asuntos de los demás, con razón vivo estresado.

Paso 2- Puedes acostarte o quedarte sentado.

– Casi me pierdo la segunda instrucción. Ok, tengo que concentrarme, vamos, ¡A relajarme! Sentado no estoy cómodo, me duele la espalda baja, a ver si me acomodo. ¿Así? No, mejor me acuesto.

Paso 3- Ahora cierra los ojos y enfócate sólo en tu respiración.

– Inhalo y… ¡qué mal huele! Parece que se murió algún animal en el patio de la Sra. María. ¿Sería su hámster? ¿Será en este patio? Ahora que termine el ejercicio de relajación me pongo a revisar, seguro una ardilla muerta en el árbol. Por cierto, tengo que podar el árbol, ahora llamo al jardinero pero seguro me pregunta si tengo permiso porque en esta urbanización se necesita permiso hasta para respirar. ¡Coño, la respiración! 

Paso 4- Traza una línea imaginaria entre el ayer y el hoy, el ayer ya pasó y es importante que lo dejes atrás para que te enfoques en el hoy. Estar presente baja los niveles del estrés. 

– ¿Y el paso número cuatro? Ni modo, a ver, trazo entonces una línea imaginaria entre el ayer y hoy. ¿Qué pasó ayer? No recuerdo… Parece que va a estar fácil este ejercicio. Me enfoco en el hoy. Hoy tengo mucho que hacer, prefiero no enfocarme en nada. ¡Ah! Ya me acordé de lo que pasó ayer, aunque preferiría no haberme acordado. ¡Qué día de mierda en el trabajo! La inútil asistente de mi jefe me hizo quedar mal frente a todos. ¡Que rabia! Y pensar que me preparé tanto y que le dediqué todo mi fin de semana a la presentación. Mi esposa se enojó porque no le presté atención esos días y pasó una semana sin hablarme. Cuando finalmente me habló me reclamó, diciéndome que tengo las prioridades en el orden incorrecto, que si la familia es primero, que si de verdad estaba trabajando y no paseando por ahí con otra. Todo este problema para que mi esfuerzo no sea apreciado en la empresa. Me acuerdo y me sube la tensión. Mejor me relajo… ¡Ay! Otra vez me distraje, ahora sí, a relajarme.

Y con esto terminamos la práctica de hoy, espero que hayas disfrutado este ejercicio de relajación. Te sugerimos hacerlo a diario para bajar considerablemente tus niveles de estrés.

Claudia R
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