Sentado en mi balcón del piso 15 puedo ver el oeste y el sur, pues es una punta. Veo el edificio de un banco, pero me llama la atención un auto que en diferentes días se estacionó en lugares distintos y siempre en mala posición. Será un ladrón de bancos que viene a espiar como puede entrar a él. Será un terrorista que está haciendo el relevamiento del lugar. Será un tipo altruista que le da de comer a todo bicho que camina alrededor de él. En este caso gatos que por alguna razón viven en los alrededores. Son 2 o 3 que algunas personas adoptaron, pues están siempre merodeando el sector. De vez en cuando, veo a alguien que se estaciona bien, y saca del baúl comida que supongo será para gatos, pues estos vienen corriendo alrededor del auto en cuestión.
El problema es, qué hago, lo denuncio o lo dejo pasar. Si denuncio, sería estúpido pues no tengo pruebas de nada, solo la curiosidad de no saber qué está haciendo. Si no lo denuncio y pasa algo me voy a arrepentir toda la vida de no haberlo hecho.
Puede ser droga, puede ser un asesino serial, donde se esconde por algunas horas, hasta escapar a algún país extranjero. Puede ser un novio que espera a su novia. Puede ser el esposo que espera a la esposa. Un sinnúmero de situaciones.
Me parece que espera su alguien, piensa que vendrá, que perdió oportunidades de decirle algo y la espera. Por algunas horas se entretiene arrojando algo a cualquier lado. La dama no llega, se hace desear, como buena mujer no se caracteriza por su lógica, sino por sus sentimientos. Espera que espera, estoicamente entra al auto, sale del auto, tira algo alrededor.
¿Cuándo vendrá la turra? Estoy perdiendo el tiempo. ¿Para qué gasto horas en estas cosas? ¿Qué puedo hacer en este caso? Puedo ir a comer con un amigo, puedo cambiar de mujer, puedo leer un libro, y un sinnúmero de situaciones, pero estoy anclado aquí, esperando a la mujer que conocí el otro día. ¿Por qué lo hago? Me gustó ella, me gustó su talante, su altura y sus ojos. ¿Que habrá sido lo que más me atrajo?
Estaba con amigas en una mesa, nos miramos y enseguida se dio como una química, sin explicar por qué me las arreglé para retirarla de su mesa y hablarle de su belleza. Me miró azorada con cara de ¿Quién es este que me habla si no lo conozco? Me parece que me vio cara de buena persona, pues se repuso y conversamos por un momento.
Volvió a su mesa, me quedé esperando que se fueran sus amigas, rogando que ella fuera la última. Tuve suerte, se fueron, y cuando se decidió a irse, me acerqué hablándole de bueyes perdidos. Qué estúpido me sentí, no me gusta hablar sin decir nada. Me pareció que ella se dio cuenta, pues enseguida me paró en seco y me preguntó, ¿de que estas hablando? Me di cuenta de que tanto ella como yo estábamos incómodos.
¿De qué hablo? me pregunté, ¿qué tema toco para empezar a conocernos? No sé de futbol, no se de deportes, de mis aventuras la puedo aburrir. Esto pasó por mi mente en un segundo, y en un esfuerzo del pensamiento, se me ocurrió preguntarle por sus sueños. Me gusta saber de ellos, pues es como descubrir el alma de la persona. Toqué la varita mágica, nos quedamos enfrascados en el tema por un buen rato.
¿La sigo esperando? Vendrá o no vendrá, that is the question, aburrido y con cosquillas en el estómago, me cuesta tomar la decisión de esperar o irme.
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