Platonico?

Con mucha envidia ante la belleza de escritura de Paula y Claudia y con ganas de poner mi punto de arena al vasto mundo de la escritura, hago algo que nunca espere hacer, contar algo de algo que no sabemos que es, pero todos sentimos, libros artículos etc. se escribieron de él, pero no sabemos a ciencia cierta que es “el primer amor”, loco impensado, inalcanzable pero que lindo de vivirse.

Hace ya muchos años y me rio a mí mismo pues cada vez que lo recuerdo, me parece increíble y estúpido si se quiere, pero éramos unos chiquillos.

Soy de una generación donde se respetaba a las mujeres como una muñequita de cristal que no debía ser rayada, en fin ahora que lo pienso que perdido y falta de conocimiento estaba.

Ella iba a mi escuela, ojos azules, cara alargada, casi rubia, la muñeca perfecta, le pasaba al lado, sin decirle nada, pues en mi mente yo era muy feo para tanta belleza, ni la conocí, ni la vi muchas veces, pero fue el amor platónico de mi juventud, me acuerdo su nombre, Graciela, era como etérea, se paseaba por todos lados como un pavo real esperando que todos lo miren y admiren su plumaje.

Claro, no podía discernir que lo que estaba queriendo era una ilusión, la mujer perfecta, unos rasgos finos que todos admiraban. Todos la admiraban a lo lejos sin decir palabra, sin expresar lo que sentíamos pues éramos muy machos como para compartirlo, veneramos verla sin tocarla ni acercarse pues era un miedo terrible al rechazo y a la burla de todos, amigos y compañeros. Entramos en la vorágine del amor no correspondido sin siquiera haberle hablado, que locos que éramos.

Un día en la plaza donde nos reuníamos todos a jugar, le hable, y con sorpresa mía era de carne y hueso, no era la muchachita de porcelana que creía, por supuesto fueron una pocas palabras con la timidez de esos tiempos, me costó mucho eso, mi corazón latía a millón, no sé si ella se dio cuenta, pero lo que si se, con unos minutos de haberme repuesto de semejante encuentro, me sentía orgulloso de mi mismo era una sensación que nunca antes había experimentado, un no sé qué salía de mí y por supuesto no se lo conté a nadie, era un secreto entre mí y lo etéreo, lo inalcanzable, por esto no era dable de compartirlo; solo de guardarlo para la eternidad, y pensando como hacía para fomentar esos encuentros en la plaza.

Una vez fui a un cumpleaños invitado por un conocido de ella, y por supuesto bailaba en una pata, estaría en la casa de ella, hinchado mi pecho y vestido como un señorito me presente en la puerta, pase la vi y hablamos de nuevo, ahí la pude conocer un poco, yo hablaba y ella contestaba con monosílabos, señal que no tenía el menor interés en mí, ni en lo que decía. Después de un tiempo me sentía algo estúpido hablando como con una pared, la deje y me fui a bailar con otra, ahí se perdió la ilusión de lo etéreo. Comprendo que somos de carne y hueso, que la vida hay que vivirla con alguien que quiera estar a tu lado, que quiera caminar juntos, no adelante ni atrás, a la par, pero que  camine.

Uno de mis maestros me enseño “que al camino se lo transita entre dos, si lo haces mucho se llena de baches, si lo haces poco se llena de yuyos”. La felicidad está en no dejarlo llenar de baches ni de yuyos.

Claro esto es después de pasar un tiempo y  razonar lo que paso y las vivencias de la época que si bien era inocentes vistas desde la perspectiva actual, para mí, para mis pares fueron las cosas más importantes que nos pasaban. No entendíamos mucho de la vida, la vivíamos como se nos presentaba, no actuábamos con razón más bien con sentimientos que por esa época no conocíamos muy bien que digamos.

Juan Carlos M
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By Juan Carlos M

Nací hace mucho tiempo en Argentina, viví en varios países, me mude como 15 veces, ahora estoy en lo que espero sea el ultimo, en Hollywood, Florida USA.

2 comments

  1. Juan Carlos, me encantó leer esta historia y me alegró mucho que te animaras a escribirla. Me hizo pensar en un chico que yo también idealicé y al final me decepcionó como a parece que decepciona esta chica al protagonista de la historia.

  2. Qué bien, Juan Carlos! Me encantó que el taller te inspirara para escribir algo que, según dices, nunca hubieses pensado que ibas a hacer! Y me gustó la historia. Creo que a todos nos pasó eso de idealizar a alguien cuando éramos jovencitos. Pero es bonito echar mano de esos sentimientos para escribir.

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