No puedo escribir sobre mí porque no soy una, somos muchas. Yo, la que escribe, no soy la misma que la que lee. A ella, a la que lee, le gusta saborear la gramática y bailar al ritmo de las frases bien armadas. Yo, por el contrario, tengo dos pies izquierdos y no podría bailar aunque quisiera. Además, no quiero. También está la indecisa, que es la gemela perversa de la atrevida. Siempre andan juntas. Una calla hasta que la otra habla y entonces ya no se calla más. A mí me gustan los gatos, las avellanas, los girasoles y el ingenio de Oscar Wilde. A ellas les gusta dormir. Pero no a todas. La insomne insiste en revisar de madrugada lo que las demás han dejado de hacer. O peor, lo que han hecho mal. Eso despierta a la ansiosa y luego no hay nada que la haga volver a dormir, porque cuando la pobre trata de contar ovejas es la protectora de animales quien se despierta. A ella las ovejas le dan lástima y las manda de vuelta a pastar tranquilas. Y antes de que empiecen las peleas, la conciliadora despierta a la ingeniero y ésta, para poder volver a dormirse, repite las tablas de multiplicar como quien reza un rosario: de corrido y sin pensar. Pero para entonces ya hay tantas despiertas que el ruido acaba por alborotar a las demás y tenemos que levantarnos. Y no todas nos llevamos bien pero hemos aprendido a vivir juntas. Más bien a sobrevivir. Sé que no nacimos el mismo día pero no sé quién es la original. Quisiera pensar que soy yo, la que escribe, pero sé que original no soy. Sé que casi siempre imito.
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Me encanto Pau!!
Gracias, Susana! Te extrañamos!