En la cama empieza todo y termina todo. ¿No se habían percatado?
Y entre la primera y la última pasamos por muchas más. Si como dicen, las paredes hablan, las camas podrían contar historias de pasión y locura, de alegría y tristeza, de insomnio y sueños, de nacimiento y muerte. Lugar de descanso, de charlas, de libros y de siestas. Escondite perfecto cuando no te sientes bien o cuando no quieres ver a nadie.
Si nos detenemos a pensarlo pasamos un alto porcentaje de la vida en ella. Viéndolo así deberíamos tomarnos más tiempo a la hora de elegirla, vestirla y perfumarla.
Volviendo a los inicios, cuando nacemos nos ponen en un canasto altamente decorado con volados y con un acolchado haciendo juego, el cual dependiendo del color puede dar a conocer el sexo del bebe, y que sera nuestra cama los primeros meses de vida. Luego nos pasan a la cuna con barrotes por donde vemos el mundo cuál pequeños reos. Nos durará un par de años, y ya luego pasaremos a la que será nuestra compañera por varios más hasta que el amor nos separe. Ese amor que nos conducirá a una más grande, para dos. De esta ya no se vuelve, solo o acompañado la preferimos hasta el final, hasta llegar a nuestra última cama en la cual descansaremos eternamente, individual de vuelta, muy mullida pero sin vistas al exterior, lo cual me apena, porque como sabran despues de la muerte hay vida y yo no me quiero perder nada.
Cuando hablo de la cama hablo del colchón también, ese complemento que puede llegar a ser tu mejor amigo o tu peor enemigo. Y las almohadas que te pueden dar unos dolores de cabeza horribles si no encuentras la que te conviene.
Descubrí además que la cama, colchón y almohadas pueden hacer las veces de caja fuerte y escondite de cartas, fotos, alguna joya o rosa seca por el tiempo pero que todavía conserva su perfume y fue testigo de algún momento importante o simplemente feliz. ¿Se acuerdan de las antiguas camas de bronce ? Podían esconder un tesoro en sus huecos tubos dorados que conformaban el respaldo.
Debo confesarles que en el día a día no le doy mucha importancia a mi cama pero como la extraño cuando voy de vacaciones o me ausento por un tiempo. Es una sensación muy linda volver y acurrucarse en mi camucha, entre sus sábanas y frazadas que me abrazan dándome la bienvenida.
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